Easy to clean
En español, "recubrimiento fácil de limpiar". Término común para caracterizar superficies con propiedades superhidrófobas y, sobre todo, lipófobas. Para referirse a las superficies de este tipo, a menudo también se emplea la expresión "autolimpiante". "Easy to clean" significa que las superficies se limpian simplemente pasando un paño o similar. Para ello, las impurezas —en particular, las sustancias orgánicas basadas en proporciones de grasas y aceites— no deben ser capaces de adherirse a la superficie. Esto requiere una superficie lipófoba con una energía superficial inferior a 20 mJ/m², así como un ángulo de contacto con el agua de más de 100º. Esta propiedad superficial suele estar vinculada a valores de fricción reducidos. Los recubrimientos de este tipo pueden aplicarse utilizando diferentes procedimientos, pero, en especial, mediante tratamiento con plasma. Resultan adecuados procedimientos como los recubrimientos de HMDSO o las capas similares a PTFE, que se crean mediante polimerización por plasma. Aplicaciones:
- Gafas
- Otros componentes ópticos (lentes de cámaras, etc.)
- Superficies con exigencias decorativas elevadas (teléfonos móviles)
- Textiles
- Calzado
Aún no existen métodos de ensayo reconocidos ni requisitos normalizados para las superficies easy to clean. Para que los efectos easy to clean sean duraderos, los recubrimientos deben ser resistentes a la abrasión. Para su comprobación, ha resultado ser eficaz este ensayo, todavía no normalizado: Por el objeto recubierto, se extiende un pedazo de tela de algodón, con base de goma y sometido a una carga de aprox. 2,5 kg, realizando un movimiento oscilante durante varios miles de carreras. Como estándar acertado, el ángulo de contacto tras 5000 carreras no debe descender más de 5°. En el caso de los vidrios ópticos, esto no suele suponer ningún problema, siempre que estén compuestos de vidrio mineral. Esto se debe a que, en este caso, pueden aplicarse capas antirreflectantes a temperatura elevada, lo que los convierte en vidrios bien compactos y estables. Resultan más problemáticos los vidrios de gafas con lacado duro formados por plásticos que no admitan altas temperaturas. Las capas de este tipo creadas por deposición de vapor son casi siempre muy rugosas. Si el recubrimiento es insuficiente o, durante la prueba de limpieza, la capa fácil de limpiar no tolera el frotado, la superficie rugosa del recubrimiento antirreflectante permite el desprendimiento de partículas que, en etapas posteriores de la prueba de limpieza, provocan la rotura catastrófica de las capas antirreflectantes e incluso daños en la pintura.