
Energía superficial
La energía superficial es la energía que necesitan los líquidos para romper los enlaces moleculares de las superficies. Si la energía superficial es alta, existe una gran tendencia a atraer otras moléculas. Los líquidos con energía superficial elevada tienden a agruparse de manera estable, formando gotas esféricas (en esta forma, la distancia entre las moléculas superficiales es la menor posible). Los líquidos con energía superficial reducida presentan una menor cohesión de forma, por lo que se desplazan con mayor facilidad. Si los líquidos entran en contacto con superficies con una energía superficial mayor, la atracción de las moléculas del líquido hacia la superficie es mayor que su enlace mutuo. Por este motivo, los líquidos con energía superficial reducida se desplazan por las superficies con una energía superficial mayor. Las superficies con características dipolares (superficies polares) poseen energías superficiales elevadas, ya que ejercen fuerzas dipolares intensas sobre otras moléculas y, por lo tanto, se humectan con líquidos con mayor facilidad. La energía superficial se mide como energía por unidad de superficie: [mJ/m²] = [milijulios por metro cuadrado]. En el caso de los líquidos, suele utilizarse el término tensión superficial [mN/m] = [milinewtons por metro]. El significado físico de este término es el mismo (1 J = 1 Nm). A menudo, la energía superficial de los sólidos también se expresa en la unidad [mN/m].