Óxido superficial
En casi todas las superficies metálicas, se forma una superficie de óxido debido al contacto con la atmósfera. Esto resulta perjudicial para muchos otros procesos de tratamiento: por ejemplo, impide en gran medida la unión de componentes por soldadura o unión por hilo, además de obstaculizar el contacto eléctrico; no obstante, también posee ventajas. Con frecuencia, las capas de óxido muy finas son extremadamente duras y estables, y protegen el material puro de otros ataques. Por este motivo, un metal de por sí muy común crea una superficie con un brillo bien metálico y con protección contra otros ataques por fenómenos meteorológicos. El aluminio, también común, muestra una protección de calidad similar gracias a la capa de óxido de aluminio. A fin de proteger la superficie, pueden aplicarse de forma selectiva capas de óxido superficial mediante tratamiento con plasma en el plasma de oxígeno o en el plasma de aire. No obstante, resulta mucho más habitual eliminar capas de óxido antes de continuar con el tratamiento, preferiblemente por grabado en el plasma de hidrógeno.